228. Inquilino

26 de julio de 2024 | Julio 2024

Yo le había dicho a Richard que, si no se iba por su cuenta, le iba a iniciar un desalojo ante la justicia. En definitiva, el departamento es mío y tengo todo el derecho del mundo para pedirle que se vaya si no quiero que esté ahí. La situación ya me tenía bastante nerviosa, porque, así como me ven, se nota que no me sobra nada. Yo necesitaba que del departamento me dieran algo, un alquiler. Ahora que la gente no compra casi nada en el negocio, se hace difícil llegar a fin de mes.

Richard se metió un día que yo estaba distraída armando el negocio. Me acuerdo que fue en esos meses. Bah, antes no estaba, y después sí. Cuando lo vi le pregunté qué estaba haciendo, si yo no lo había dejado entrar. Me dijo que se había metido por su cuenta, pero que me iba a compensar.

Y yo, en el momento, un poco por cómo hablaba (porque es extranjero), y por cómo se veía, así todo enorme y musculoso, me dije “qué bien, lo alquilé sin siquiera publicarlo”. Quedamos en hablar el precio después.

El tiempo fue pasando, él se fue integrando en el barrio, y yo le decía, un poco tímida, que me tenía que pagar, ¿viste? Por lo menos algo, lo que pudiera. Y él decía “yes, yes, voy a pagar, cuando tenga trabajo”, y le costaba hablar español.

Yo le tenía paciencia, porque es difícil conseguir trabajo rápido acá y más siendo extranjero, pensaba… Y bueno, le sugerí que haga algún emprendimiento ahí en el departamento, algo que él y su familia pudieran hacer para juntar unos pesos como para pagarme.

Al poco tiempo me llegan rumores de que le estaba yendo bien. Bueno, “ya vendrá a pagarme”, pensé. Pero no. Y lo veía que estaba mejor que antes, ¿viste? Entonces me puse firme y me preparé. Le pedí que me pague y dijo “el departamento es mío”. “¿Cómo?”, le digo. “No, señor, es mío», dije, y se dio vuelta y me dejó hablando sola.

Quise juntar vecinos, pero, entre que uno es amigo, que otro le tiene miedo por lo grandote y que… cuestión que el único que me bancó fue le peruano de acá a la vuelta, que estoy segura de que le gusto y por eso vino a defenderme. Pobre, se llevó un cachetazo que casi lo duerme. Y yo, otro.

A partir de ahí, Richard dejó los buenos modales de lado. Empezó a hacerse el malo y cada vez que me ve, me mira con desprecio. Lo amenacé con ir a la justicia y me dijo “te reviento el local y tu casa”, se le entendió clarito. Se ve que algo aprendió.

Así que ahora estamos con esto… yo no sé qué más hacer. Encima dicen por ahí que encontró un escondite que tenía joyas, o algo así. Y también dicen que se hizo cafiolo y tiene chicas ahí trabajando… que vende droga, no sé, de todo dicen. Yo, a esta altura, lo único que espero es que me devuelva el departamento como esté. Incluso si se lleva muebles, mesadas, lo que sea.

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