En las vísperas de año nuevo quiero dirigirme a todos los argentinos para agradecerles y compartirles un breve mensaje. Mañana se cumplirán tres semanas desde el inicio de la guerra. Desde el diez de diciembre hemos iniciado la aplicación de un ataque de shock mediante la destrucción del salario, la reforma del estado y la liberación de sectores clave de la economía.
A algunos les han llamado la atención las medidas que debimos ejecutar para resolver la peor herencia de la historia. Es una guerra necesaria para dejar atrás el modelo empobrecedor ejercido por el enemigo hasta hoy y desde hace más de cien años. Hemos recibido una estructura de país destinada al fracaso, con proyecciones de inflación que cada día que pasa me parecen más altas que el anterior. Donde siete… no, a esta hora ya son ocho de cada diez niños y niñas de nuestro país que viven condenados a morirse algún día y donde la inflación viaja en un tren a ciento sesenta… no, ciento noventa kilómetros por hora en dirección a una pared de concreto macizo.
Ante este panorama, hemos decidido hacer uso de las herramientas necesarias para evitar esta catástrofe social de niveles bíblicos. He preferido decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortante a todos los argentinos de bien.
Pero también, en virtud de la debilidad política que sufro hoy, resulta necesario que la oposición en el congreso actúe responsablemente y apruebe todo mi proyecto de gobierno. De lo contrario, el enemigo, digamos, o sea, representados por parte de los legisladores habrán vencido en la batalla que tenemos por delante. Y así quedarán marcados aquellos que se opongan, como fueron marcadas las puertas de los egipcios con sangre de cordero la noche en que el Señor se hizo cargo de los primogénitos de aquellos responsables de la opresión del pueblo judío. De esta misma manera serán las fuerzas del cielo las que se encarguen de purgar el país.
Una vez logradas estas medidas, podremos en el plazo de algunos años convertirnos en cualquier otro país del mundo que no sea este, que es hace cien años una mierda.
Para finalizar, quiero una vez más desearles a los argentinos un feliz año. Espero que puedan pasarlo en compañía de sus familias y seres queridos. Este puede ser un gran año. Este puede ser el año en el que dejemos atrás un siglo de fracasos. Buenas noches.
