La televisión, ese formato que había logrado revolucionar el entretenimiento para llevarlo adentro de la casa, se veía superado en los pocos años vividos en el nuevo milenio. El invento que le había dado imagen a la radio y a los deportes, que había enseñado a cocinar sin salir de la casa y hasta dopado niños hiperactivos con apenas unos dibujos animados con lenguaje neutro, ahora estaba en jaque frente al internet, las redes y las nuevas plataformas.
El noticiero Interés General, conducido por Tito Pomar, llevaba veinte años en el aire de Canal 6, pero los directores del canal, debido a la baja de pauta del gobierno y la caída en las ventas de espacio publicitario, habían decidido recortar el presupuesto asignado a cada programa.
La reunión del equipo de trabajo, convocada por Alejandra, la productora de Interés General, contaba con asistencia perfecta. Nadie más que ella y Tito Pomar sabía lo que se iba a proponer.
—Bueno, ¿cómo andan? Antes que nada, felicitaciones por el programa que salió excelente —saludó Alejandra con una sonrisa—. Como todos sabrán, el canal enfrenta una enorme crisis que, según parece, no se va a resolver pronto. Lo que nos comunicaron los directores es que cada programa deberá bajar su presupuesto a la mitad.
Ni bien terminó la frase, los doce columnistas, sin distinguir entre los que tenían participación diaria de los que no, empezaron a quejarse y putear al aire o proponer algunas posibles soluciones.
—Lo que les tenemos que informar, en este caso, es que ese presupuesto apenas va a alcanzar para mantenernos el salario a Tito, a mí y a algún asistente de producción, pero nada más.
—¿Eh? —se le adelantó la boca a Sergio, el columnista de deportes con solo escuchar el tono de Alejandra.
—Sí, lo que les tenemos que pedir, que… Es difícil decir esto pero comprendemos si alguno de ustedes no quiere continuar formando parte del programa, pero hoy no tenemos la plata como para pagarles por su trabajo.
—¿Es una joda esto? —arrancó el analista económico— Es una joda… ¿en vez de repartir entre todos el recorte nos lo hacen comer entero a nosotros?
—No estamos diciendo eso, Pablo —contestó Alejandra, un poco alterada porque necesitaba que la respuesta no fuera otra más que la resignación—. A ver… Necesitamos que nos banquen en esto y, cuando mejore la situación del canal, cuando entre más dinero, vamos a poder volver a repartir y darles el salario que se merecen.
—¿Y qué pasa si decimos que no? —replicó Martina, abogada y especialista en cuestiones judiciales.
—Voy a ser yo el que diga las noticias de las áreas de quienes se nieguen a participar —Tito Pomar saltó a defender su salario a costa del resto.
—Pero si vos no sabés nada de deportes —acusó Sergio.
—Ni de meteorología —agregó Alejo, el meteorólogo—. Ni de nada.
Cuando Pomar estaba a punto de contestarle enfurecido, Alejandra lo frenó con la mano y se apresuró a responder a todos:
—Si nos acompañan en este momento difícil, después nosotros vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para recomponer su situación.
—A ver… ¿para qué los vamos a bancar a ustedes que les chupa un huevo cómo estemos nosotros…
—Por favor, Pablo, el vocabulario —corrigió Alejandra.
—…si no nos sirve para nada? Vamos a trabajar gratis y al pedo. Tito, yo he trabajado con vos muchos años, sabés que dependo de este sueldo y que tengo familia. Y además no entiendo, por qué te van a seguir mirando los televidentes si, a parte de leer los títulos, no sabés nada.
—¿Qué te pasa, boludo, quién te creés que sos? —Tito Pomar estaba a nada de abalanzarse sobre la mesa para alcanzar al periodista económico.
—Vení, puto, animate —Martina se levantó de la silla y arengó al conductor a que saltara la mesa.
Pomar se rio mientras se levantaba su asiento y cerró la reunión avisando:
—Nosotros vamos a todo o nada. El que acompañe, tendrá premio. El que no, se puede ir a cagar. Vamos, Ale. Acá no tenemos nada más que hacer.