173. El arte de no hacerse cargo

31 de mayo de 2024 | Mayo 2024

Mariela Robles era la prefecta encargada del penal de mujeres. Esa mañana, sentada en su oficina, se dedicaba a revisar algunas cuestiones administrativas mientras escuchaba a Jonatan Viale en la radio, hasta que su paz se resquebrajó bajo estruendos de muebles caer contra el suelo y los estridentes golpes de vajilla de metal golpeando barrotes. Un minuto más tarde, entró la directora administrativa, la Alcaide Mayor Lorena Gómez, agitada.

—Mariela. Se pudrió todo. Están quejándose las internas por el tema de la comida. Llegó esto del Juzgado —dijo Lorena y le arrimó un papel.

Mariela empezó a leerlo pero pronto fue interrumpida por Daniela Albornoz, una referente de las presas.

—Se acabó la joda, Robles. Larguen la comida —Daniela estaba furiosa.

—¿Qué carajo pasa, Albornoz? ¿Qué es este quilombo? —preguntó Mariela desde atrás de su escritorio.

—Hace meses estamos pidiendo que larguen la comida que tienen escondida. Ahora el juez dijo que la tienen que entregar. Ya bastante nos bancamos que sea de mala calidad.

—¿Cómo? ¿No les están dando la comida? —Mariela se hizo la boluda.

—Estamos sobreviviendo con lo que nos traen las familias. No somos solo nosotras acá, Robles. Están nuestros chicos también. Vos podés odiarnos a nosotras, pero las criaturas no tienen la culpa —contestó Daniela.

A esa altura, Robles no le prestaba atención, estaba leyendo la orden judicial.

—Pero no sabía nada yo de esto —se excusó.

—Si ya venimos protestando todos los días, y a vos también te lo dijimos —acusó Daniela.

—Ah, no te había entendido. Pensé que hablabas de otra comida… qué sé yo, Albornoz. No puedo estar en todo —se abrió de brazos y se dirigió a su subordinada—. ¿Cómo puede ser, Lorena? Es tu trabajo darles la comida.

—Es que… vos me dijiste que no les diera… —contestó Lorena Gómez, timorata, casi sin superar el volumen de la voz de Viale en la radio.

—Encima sos mentirosa. Te voy a iniciar un sumario. No vengas a trabajar hasta nuevo aviso. Ah, y antes de irte dale la comida a las pobres chicas —resolvió Mariela—. Y vos, Albornoz… ¿fuiste a buchonearle al juez? Qué falta de códigos la tuya. Me hubieras explicado y lo resolvíamos. Igual, bueno, ahora se va esta chirusa y la situación se va a normalizar.

—¿Querés códigos? Devolvele la comida a mi hija y a mis compañeras, conchuda —contestó Daniela y salió de la oficina.

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