169. Me voy a pique glu-glu

28 de mayo de 2024 | Mayo 2024

“Dale un pescado a un hombre y le darás alimento por un día. Enséñale a pescar y lo alimentarás por el resto de su vida”. Ese proverbio chino, aparte de ser únicamente aplicable al género masculino, no convencía del todo al presidente. Se quedaba corto. En el debate, él había dicho que proponían “modificar la forma con la cual se da la asistencia en Argentina. Se acabó esto de la asistencia esclavizante de darles el pescado. Nosotros les vamos a enseñar a pescar, les vamos a enseñar a crear la caña de pescar y, si es posible, que aprendan a tener una empresa de pesca”.

Fanático de la pesca, del darwinismo social y de la competencia interespecífica e intraespecífica, el presidente había llegado al gobierno con la idea de cerrar establecimientos educativos, innecesarios para el futuro de la población, y reemplazarlos con escuelas de pesca, que liberarían a la gente de su dependencia del Estado.

Al llegar al poder, él mismo redactó el proyecto. Contemplaba tres niveles de enseñanza. En el primero se aprendían los distintos tipos de pesca, cómo debía ejecutarse cada uno, y recetas básicas para cada tipo de pez. En el segundo, la fabricación de las cañas y la historia de la pesca. En el tercero, cómo administrar una empresa de pesca y vencer a los competidores.

El proyecto también incluía cortar con la asignación de todos los alimentos no provenientes de la piscicultura, con el objetivo de favorecer la competencia entre las personas, lo cual, imaginaba, generaría la mejor calidad de pescadores en el mundo.

El presidente pensaba que el humano, que ya había alcanzado ser la especie dominante del mundo terrestre, también lograría serlo respecto del mundo acuático gracias a su plan.

Pero, después de imprimirlo para enviarlo a la oficina correspondiente, el presidente advirtió que, con su proyecto, aumentaría la dependencia del Estado más que la libertad, dado que la formación en la pesca dependía de semejante organización criminal.

¿Cómo no lo había visto antes? Si los chinos tenían el socialismo en la sangre. Ese proverbio también estaba cargado de comunismo.

Decidió, entonces, enviar únicamente la primera página del proyecto, esa que ordenaba retirar los alimentos asistenciales. Por fin podría la población argentina, de una vez por todas, disfrutar su libertad e independencia, comiendo pescado frito, a la parrilla, al horno o como más quisiera, pero sin depender de nadie para conseguirlo.

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