149. Sadomasoquismo infiel

8 de mayo de 2024 | Mayo 2024

Mario Bermúdez se escapaba de la casa al menos dos horas a la semana y, si podía más, no se quedaba con las ganas. Le decía a Gloria que tenía que ir a comprar alguna cosa; solía inventar que estaba arreglando algo del coche, de la computadora, o solucionando problemas que ella no entendía de qué se trataban. Gloria intuía que él escondía algo, pero elegía no enterarse. De alguna manera, pensaba que se trataba de algo inofensivo. Nunca imaginó que su esposo era adicto al sadomasoquismo.

Más que regocijo, era devoción lo que Mario sentía por Margarita, la primera dominatriz sexual de la Argentina. Con sus ochenta y siete años, era la única que le hacía temblar las piernas. El vínculo entre ellos existía hacía más de quince años. Mario era especial para ella, tanto que lo premiaba cobrándole más que al resto de sus clientes.

Margarita lo disfrazaba de muñeca. Había bordado el disfraz ella misma, para que solamente lo usara Mario. También lo maquillaba y le peinaba el poco pelo que él tenía, pero que se dejaba tan largo como podía para que ella pudiera hacerle trenzas, moños o rodetes. Cuando estaba listo, Mario se ponía en cuatro patas y ella montaba su lomo. Mario la llevaba a pasear por la casa y a veces también a dar la vuelta a la manzana. Después de eso comenzaban los castigos físicos y sexuales, aunque a veces prefería dejarlo con las ganas de que eso sucediera. En esos casos tomaban el té y ella le contaba del club de jubiladas del barrio.

Esa tarde, Mario había intentado avisarle a Gloria que se iba a comprar un nuevo dispensador para el jabón líquido del baño, que él mismo había roto adrede para encontrar un motivo de escape. Elegía las excusas en función de los comercios cercanos al departamento de Margarita. Por eso solían resolverse en la casa de artículos para el hogar, la ferretería o la casa de informática. Aunque buscó a Gloria en su casa, no pudo encontrarla. Intentó llamarla por teléfono y tampoco tuvo respuesta, y cuando estaba por escribirle un mensaje mientras salía de su casa, escuchó que robaban a un vecino a sus espaldas y el mensaje quedó sin enviar.

Cuando el celular de Mario sonó, Margarita vestía una lencería casi inexistente mientras castigaba los testículos de su cliente favorito con una fusta. La interrupción le molestó. Se acercó al pantalón de Mario, tirado en el piso, sacó el celular del bolsillo, y volvió hacia él.

—¿De quién son estos huevitos? —preguntó y los agarró con la mano derecha—. No serán de esta tal Gloria, ¿no?

—Son t… tuyos —contestó Mario desde el placer de su dolor.

Margarita atendió y puso el altavoz. Cruzó el índice a su boca para ordenarle silencio a Mario.

—¿Hola? ¿Amor? —dijo Gloria y esperó unos segundos sin respuesta e insistió— ¿Estás ahí?

Margarita asintió y miró al celular como si le diera permiso.

—Sí, Glo. Decime.

—Ah, no te escuchaba —la voz sonaba latosa desde el teléfono—. Estoy comprando acá en el chino, pero me parece que se fueron los precios a la mierda. ¿Sabés cuánto estaba la leche la última vez que viniste?

Margarita hizo un gesto de desprecio y la mueca de asco le quedó grabada en el rostro. Detrás de ella, un cartel de luces de neón rojo gritaba titilante la orden “obedece” en inglés. Con un abrir de ojos bien grandes le indicó a Mario que respondiera.

—No sé, Gloria.

—¿No? Vos siempre te acordás los números… —dijo ella y después de un silencio que Mario sintió eterno, siguió—. ¿Estás bien? Te escucho raro.

—Decile que estás conmigo y me pertenecés. Y ella también —susurró Margarita en el oído de Mario.

Fue la primera vez que Mario buscó compasión en el fondo de la mirada de su dominatriz. La respuesta fue una cachetada y una sujeción testicular muy intensa.

—Estoy c… con Marga… Margarita. Es mi ama y le pertenezco. Y vos también.

—¿Quién? ¿Con ella estás cuando te vas de casa?

—Sí —contestó Mario y Gloria cortó el teléfono bajo una risa chillona de Margarita.

Cuando Mario llegó a su casa, todas sus pertenencias estaban en la calle. Intentó abrir la puerta, pero la llave ya no funcionaba.

Compartí este pasquín

¿Querés recibir un correo electrónico con los pasquines que se publican en el blog?

Suscribite completando tu nombre y correo electrónico.

Loading

Importante: Te va a llegar un email que tenés que abrir para confirmar tu correo.