144. Festejo selectivo

2 de mayo de 2024 | Mayo 2024

Fernando entró corriendo a la cocina de la casa y se escondió para no ser visto desde afuera. Venía de cascotear con sus amigos la casa de Felipe, compañero suyo de la escuela. Entre los cuatro habían desplegado un ataque rápido y en cuestión de un minuto la casa recibió cincuenta y tres piedrazos. Cuando uno de ellos impactó en la ventana y se escucharon los vidrios quebrarse, ni bien se escuchó el picaporte de la puerta, salieron corriendo. Fernando decía que había sido él quien había tenido buena puntería, pero los demás también decían que habían sido ellos. Era imposible determinarlo y menos detenerse a resolverlo durante la huida.

Cuando lo vio agachado, apenas asomando los ojos a la altura de la ventana cosa de ver para afuera, Alicia, su madre, le preguntó:

—¿Te estás escondiendo? ¿Otra vez?

—No, ma. Es que veníamos jugando con los chicos… —contestó Fernando, mientras se levantaba para esconderse detrás de la puerta.

—¿Qué hiciste ahora? —insistió Alicia con los brazos en jarra.

—Nada. Yo no fui, fue Juan Pablo —tenía actitud de culpable victimizado y discurso de inocente.

—Bueno… Más vale que sea así, eh. Cambiando de tema, ¿qué hacemos para tu cumpleaños? ¿Invitamos a los de tu grado y compramos unos sanguchitos y empanadas?

—Em… No, o sea, quiero que vengan. pero solamente mis amigos. No quiero que vengan todos.

—¿A quién querés dejar afuera, a ver?

—A Felipe, a Ramiro, a Carla, a Lucía, a Mariana, a… —enumeró con los dedos hasta que su madre lo interrumpió.

—Bueno, pará. No está bien que hagas así, que dejes a algunos afuera.

—Pero no quiero que vengan, es mi cumpleaños… —se quejó con la cabeza encogida entre los hombros y con la voz más aguda y molesta que pudiera tener.

—Está bien, ¡pará! —volvió a interrumpirlo Alicia. No soportaba cuando ponía esa voz, le crispaba los nervios—. No vienen, listo. Vos verás cómo invitás sin que se enteren, o diciéndoles que no van a venir, no sé. Lo que sí te quiero decir, prestame atención, Ferni, es que mañana, cuando sea el cumpleaños de esos que vos no vas a invitar, ellos tampoco te van a invitar, ¿entendés?

—¿Y qué me importa? —levantó y bajó el hombro derecho en un movimiento rápido.

—Bueno. Yo te lo digo, nomás. Porque van a ir Rodrigo, Clemente, todos tus amigos, y vos no. Si vos marginás al resto, después no llores cuando te marginan a vos, porque…

Fernando, en la decisión de ignorar el consejo, corrió hacia el living, atropellando a Alicia a su paso y dejándola con las palabras en la lengua. Cuarenta y dos años más tarde, Fernando actuaría de la misma manera, siendo presidente de la nación.

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