104. Liquidación total

25 de marzo de 2024 | Marzo 2024

No había en la historia de la humanidad ningún antecedente de la nueva medida tomada por el Estado argentino. Hasta ese momento, que un estado dejara de existir dependía, en la mayoría de los casos, de la apropiación por parte de otro estado conquistador. Los últimos siglos de historia humana también habían dado precedentes de otros procesos como el que se había dado en la ex Unión Soviética, en la que un gigante perdió miembros que adquirían su autonomía, reclamando una porción de riqueza que le hubiera pertenecido en otro momento, o también aquellos de disolución por propia decisión de sus habitantes como en Checoslovaquia.

Pero así, disolución de un estado para dar lugar a una existencia de territorio sin determinación, como un rejunte de sociedades dispersas sin identidad ni destino en común, jamás. A ese fin, el gobierno había decidido subastar sus bienes, al mejor estilo local comercial con las palabras «¡liquidación total!» pintadas en blanco en sus vidrieras. Como si se tratara de zapatos o electrodomésticos, se había puesto una fecha límite en la que el negocio de ser país se terminaría y los bienes que quedaran sin vender a esa altura, irían a parar a las casas de los últimos administradores y sus empleados.

La convocatoria se había difundido en medios, en organizaciones internacionales, redes sociales y publicidad en la vía pública, como para que cualquier individuo del mundo pudiera presentarse a adquirir los bienes. Lo que resultara de la subasta se destinaría a cancelar la deuda existente y, lo que sobrara, se repartiría entre los habitantes del territorio.

—Buenos días a todos —dio inicio el vocero a la transmisión en vivo vía redes desde un salón de la Casa Rosada—. Como ya sabrán, la Argentina pasará a ser el primer territorio libre del mundo, sin ningún estado que se encargue de arruinarlo ni cobrar a sus habitantes un solo dólar —dijo como si no existieran las provincias que preexistían a la República Argentina—. Entonces, vamos a empezar con la subasta. Les recuerdo que para ver el listado de bienes pueden entrar en la página web del gobierno o bien en las redes oficiales. Tenemos acá al martillero Méndez de Hoz que va a ser el que va a dirigir la subasta, mientras yo voy a anunciar cada bien a subastar a continuación. Va a durar unos cuatro o cinco días de corrido, según lo que se calcula, así que les pedimos paciencia.

—Buenos días —saludó Méndez de Hoz—. Vamos a empezar la subasta con un lote de biromes, resmas, abrochadoras y correctores. Es un lote de más dos millones de ítems, y el precio inicial es cinco mil dólares. Esta subasta será express, así que el primero que oferte se la lleva. A partir de ahora —Méndez de Hoz miró una pantalla y cotejó quién era el adquiriente—. Vendido, entonces, al Señor Moreira.

—Ahora —retomó el vocero—. Vamos con todo lo que es computadoras e impresoras. Es el lote dos, que lo pueden ver en las páginas que referí previamente.

—El precio inicial del lote que mencionó el vocero es treinta mil dólares. Esta subasta también es express, así que a partir de ahora pueden… vendido al señor Bernard.

—Empezamos entonces a subastar bienes más interesantes. Ahora toca el lote tres, compuesto por doscientos autos de variadas marcas y modelos.

—Empezamos en cincuenta mil dólares —dijo el martillero—. Cincuenta y dos mil ofrece Lewis. Cincuenta y cinco mil, Smith. Sesenta, Petrov. Sesenta a la una, sesenta a las dos. Vendido al señor Yuri Petrov.

—Ahora… bien. Vamos con los terrenos ferroviarios —dijo el vocero.

—Empezamos con trecientos mil dólares, es verdaderamente una oferta increíble. Ahí Urbaneja dio la primera. Sigue Robertson con trescientos veinte mil. Sube a Trescientos treinta, Ortega. Cuatrocientos mil da Richards. ¿Alguien más? Cuatrocientos a la una, a las dos. Vendido al señor Richards.

—Bueno, y aparece el primer lote que me gusta —retomó el vocero—. Tenemos una oficina de políticas de género y feminismo. La oficina entera, con personal y todo, incluso con su personal jerárquico.

—El monto inicial va a ser tres mil pesos. Tres mil pesos, ¿alguien? ¿Tengo tres mil? Vamos que si no, no podemos seguir, eh. Ahí la señora Castro. Tres mil para Castro. ¿Alguien da más? ¿Tres mil quinientos? Tres mil doscientos el señor Umpierrez. Vendido, al señor Umpierrez, felicitaciones, ahora va a poder impulsar políticas públicas adentro de su casa.

Finalmente, el hombre más rico del país compró la Casa Rosada por menos de lo que valía cualquier propiedad por él adquirida hasta ese entonces. De las tierras fue menos del uno porciento lo que quedó en manos de locales, y las fuerzas armadas y de seguridad fueron repartidas entre ricos locales, narcotraficantes y extranjeros. Y apenas medio dólar cobró cada persona argentina habitante del territorio. El país libre, ahora, se veía más ajeno.

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